Contractura en la espalda: causas, síntomas y cómo aliviarla de forma eficaz
- ¿Qué es una contractura en la espalda?
- Tipos de contracturas de espalda más frecuentes
- Causas más comunes de contracturas de espalda
- ¿Cómo se diagnostica una contractura muscular?
- Tratamientos para las contracturas de espalda
- ¿Cuánto dura una contractura muscular en la espalda?
- ¿Cuándo acudir al fisioterapeuta o al médico?
¿Qué es una contractura en la espalda?
Definición médica de contractura muscular
Una contractura muscular es una contracción involuntaria, persistente y anormal del músculo que no se relaja de forma espontánea. Se caracteriza por la aparición de un nódulo duro y doloroso en el vientre muscular, que provoca molestia local, limitación de movimiento y, en ocasiones, dolor irradiado.
En el caso de la espalda, esta contractura puede afectar diversas zonas musculares (cervical, dorsal o lumbar) y suele estar relacionada con sobreesfuerzos, posturas mantenidas o tensiones emocionales acumuladas.
Mecanismo de la contractura (acortamiento y rigidez muscular)
El mecanismo principal de una contractura consiste en un acortamiento sostenido de las fibras musculares debido a una alteración del metabolismo del músculo. Esto provoca una reducción en el aporte de oxígeno y una acumulación de residuos metabólicos, lo que genera:
• Rigidez muscular
• Dolor a la palpación o al movimiento
• Disminución de la elasticidad y fuerza
• Inflamación leve en el tejido afectado
Cuando el músculo entra en este estado de “bloqueo funcional”, pierde su capacidad de relajación, perpetuando el círculo de dolor y tensión.
Diferencias con otras afecciones musculares
Es importante diferenciar una contractura de otras patologías musculoesqueléticas que también generan dolor de espalda:
• Pinzamientos nerviosos: se producen por compresión de raíces nerviosas, suelen irradiar el dolor hacia brazos o piernas y se acompañan de hormigueo o debilidad.
• Hernias discales: implican la salida del núcleo del disco intervertebral, causando compresión nerviosa y dolor más profundo o punzante.
• Distensiones o desgarros musculares: suelen estar asociadas a un esfuerzo agudo, con dolor súbito e inflamación evidente, a diferencia de la contractura que suele ser progresiva.
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Tipos de contracturas de espalda más frecuentes
Las contracturas en la espalda pueden aparecer en distintas zonas según la causa, el estilo de vida y la actividad física del paciente. Conocer su localización ayuda a identificar el origen del problema y aplicar el tratamiento adecuado.
Contracturas cervicales (cuello y trapecios)
Son muy comunes, especialmente en personas que trabajan muchas horas frente al ordenador o bajo estrés constante. Afectan músculos como:
• Trapecio superior
• Elevador de la escápula
• Esplenio del cuello
Los síntomas más frecuentes incluyen dolor en la base del cráneo, rigidez al girar el cuello y sensación de peso en los hombros.
Contracturas dorsales (zona media de la espalda)
Aparecen en la región escapular y dorsal, normalmente relacionadas con mala postura, sobrecarga o tensiones mantenidas. Los músculos más implicados son el romboides, trapecio medio y erectores espinales. El dolor suele irradiarse hacia los omóplatos o el centro de la espalda.
Contracturas lumbares (parte baja de la espalda)
Este tipo de contractura afecta a los músculos paravertebrales lumbares, muy implicados en la bipedestación, la carga de peso y los movimientos de flexión. Generan rigidez en la zona baja, limitación al agacharse y pueden confundirse con lumbalgias mecánicas o ciática leve.
Contracturas compensatorias (relación con otras zonas del cuerpo)
Ocurren cuando una parte del cuerpo compensa un desequilibrio funcional en otra región. Por ejemplo:
• Una dismetría de piernas puede provocar contractura lumbar
• Problemas en la cadera pueden generar tensión en la zona dorsal
• Una mala pisada puede afectar la musculatura paravertebral
Estas contracturas no siempre duelen directamente, pero generan tensión acumulada y pueden cronificarse si no se corrige la causa primaria.
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Causas más comunes de contracturas de espalda
Las contracturas musculares en la espalda pueden tener origen físico, postural o emocional, y en muchos casos están asociadas a la suma de varios factores. A continuación, se detallan las causas más frecuentes:
Estrés y tensión emocional (psicosomáticas)
El estrés crónico o la ansiedad generan una activación sostenida del sistema nervioso simpático, lo que provoca un estado de contracción muscular constante, especialmente en cuello, hombros y espalda media. Es una de las causas más comunes y menos diagnosticadas de contracturas recurrentes.
Posturas inadecuadas o mantenidas (trabajo, ordenador, móvil)
Pasar muchas horas en una posición estática y poco ergonómica, como encorvado frente al ordenador o mirando el móvil, favorece la fatiga muscular y la sobrecarga de ciertos grupos musculares. Esto provoca puntos gatillo y contracturas localizadas, sobre todo en trapecios y zona dorsal.
Esfuerzos físicos mal ejecutados
Levantar peso sin una técnica adecuada, movimientos bruscos o entrenamientos sin calentamiento pueden provocar una contracción refleja del músculo, generando contractura. Esto es frecuente en la zona lumbar y en personas con poca preparación física.
Falta de descanso o sobreentrenamiento
El músculo necesita tiempo para recuperarse después de una actividad física intensa. Si no se respeta el descanso adecuado, el músculo se mantiene en un estado de fatiga crónica, predispuesto a la contractura.
Frío, deshidratación, sedentarismo
• Exposición al frío: puede generar una contracción refleja del músculo como mecanismo de defensa.
• Deshidratación: disminuye el rendimiento muscular y favorece la aparición de calambres y contracturas.
• Sedentarismo: debilita la musculatura postural y facilita desequilibrios que llevan a contracturas por compensación.
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Síntomas de una contractura en la espalda
Una contractura muscular en la espalda puede manifestarse de forma leve o intensa, dependiendo de su localización, duración y causa. En general, los síntomas son fáciles de reconocer, pero a menudo se confunden con otras dolencias musculoesqueléticas, por lo que es fundamental conocer sus características principales.
Dolor localizado, opresivo o punzante
El signo más común es un dolor en una zona específica de la espalda, que puede sentirse como:
• Una presión constante o sensación de “nudo”
• Dolor sordo o punzante que aumenta con el movimiento
• Molestia al apoyar la espalda contra superficies duras (silla, cama)
A diferencia del dolor irradiado por nervios, el de la contractura es más superficial y localizado.
Puntos gatillo o nódulos palpables
Al palpar la zona afectada, es frecuente encontrar una masa dura o “bulto” dentro del músculo, conocida como punto gatillo. Estos puntos pueden:
• Generar dolor directo al presionarlos
• Producir dolor referido hacia otras áreas
• Estar rodeados por zonas de tensión muscular
Los puntos gatillo son indicadores claros de contracturas activas y se tratan mediante técnicas manuales o punción seca.
Limitación de movimiento
La contractura impide que el músculo se estire con normalidad, lo que provoca:
• Rigidez en la zona afectada
• Restricción del rango articular (por ejemplo, dificultad para girar el cuello o agacharse)
• Dolor al intentar realizar ciertos movimientos cotidianos, como levantar peso, girar el tronco o mantenerse de pie mucho tiempo
Esta limitación suele ser temporal y mejora con tratamiento fisioterapéutico.
Irradiación del dolor hacia cuello, brazos o zona lumbar
En algunos casos, el dolor no se queda localizado, sino que se extiende hacia otras áreas, debido a:
• Activación de puntos gatillo miofasciales
• Cambios en la postura por compensación
• Contracción de músculos cercanos
Por ejemplo:
• Una contractura cervical puede irradiar dolor hacia la cabeza, mandíbula o parte superior del hombro.
• Una contractura lumbar puede generar molestias que bajan por los glúteos o muslos, aunque sin los síntomas neurológicos propios de una ciática.
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¿Cómo se diagnostica una contractura muscular?
El diagnóstico clínico de una contractura de espalda es fundamental para iniciar el tratamiento adecuado y descartar otras patologías musculares o articulares que podrían confundirse con esta afección.
Exploración física y palpación
La herramienta principal para el diagnóstico es una valoración física realizada por un fisioterapeuta o médico especializado. Durante la evaluación se analiza:
• Localización del dolor
• Presencia de nódulos o puntos gatillo
• Respuesta dolorosa a la palpación profunda
• Estado general del tono muscular
• Rango de movimiento articular
La palpación del músculo afectado es clave para identificar contracturas activas o latentes.
Pruebas complementarias (RMN o ecografía si hay dudas)
Aunque no siempre son necesarias, en casos persistentes o cuando se sospecha una patología asociada, se pueden solicitar pruebas por imagen:
• Ecografía musculoesquelética: permite visualizar en tiempo real el tejido muscular, detectar engrosamientos o inflamación local.
• Resonancia magnética (RMN): útil para descartar lesiones discales, desgarros musculares, hernias o compresiones nerviosas que puedan estar causando el dolor.
Estas pruebas son complementarias y se utilizan sobre todo cuando el dolor no mejora con el tratamiento convencional o presenta características atípicas.
Diferenciación con lesiones más graves
Uno de los retos en la práctica clínica es diferenciar una contractura muscular de otros problemas más serios, como:
• Hernias discales o protrusiones
• Pinzamientos nerviosos
• Fracturas vertebrales
• Infecciones musculares o procesos inflamatorios sistémicos
Por eso, si el paciente presenta síntomas como fiebre, pérdida de fuerza, dolor nocturno intenso o irradiación con hormigueo o adormecimiento, se debe hacer una evaluación médica exhaustiva.
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Tratamientos para las contracturas de espalda
Tratar una contractura muscular en la espalda de forma correcta y a tiempo es clave para evitar que se vuelva crónica o afecte la calidad de vida. El abordaje puede incluir fisioterapia, ejercicio terapéutico y, en algunos casos, medicación complementaria. A continuación, te explicamos cómo curar una contractura y cuáles son los tratamientos más eficaces.
Tratamientos en fisioterapia
La fisioterapia es la opción principal para resolver contracturas de espalda de forma segura y efectiva. Entre las técnicas más utilizadas se encuentran:
Masoterapia y liberación miofascial
El masaje terapéutico profundo ayuda a:
• Relajar el músculo afectado
• Mejorar la circulación local
• Reducir la rigidez y el dolor
• Liberar adherencias o fascias tensas
La liberación miofascial permite trabajar sobre los tejidos conectivos que rodean los músculos y restaurar la movilidad.
Técnicas de punción seca
Consiste en insertar agujas muy finas en los puntos gatillo miofasciales. Esta técnica provoca una respuesta de relajación inmediata del músculo contracturado. Es especialmente efectiva en contracturas profundas o rebeldes.
Terapias manuales
Incluye movilizaciones articulares, estiramientos asistidos, manipulaciones suaves y técnicas de energía muscular. Se aplican para restablecer el equilibrio muscular y corregir disfunciones posturales.
Electroterapia (TENS, corrientes analgésicas)
Las corrientes TENS o interferenciales ayudan a:
• Aliviar el dolor
• Relajar la musculatura
• Mejorar la oxigenación del tejido
Son indoloras y seguras, y se aplican frecuentemente en sesiones de fisioterapia.
Termoterapia (calor local)
El uso de calor terapéutico en consulta (infrarrojos, mantas térmicas) reduce la rigidez muscular y mejora la elasticidad, facilitando otras técnicas de tratamiento.
Estiramientos y movilidad controlada
Una vez superada la fase más aguda del dolor, es importante restablecer el movimiento para evitar recaídas y favorecer una recuperación completa.
Ejercicios recomendados (guiados por fisioterapeuta)
• Estiramientos progresivos del músculo afectado
• Ejercicios de movilidad activa de columna y escápulas
• Fortalecimiento suave de musculatura postural
La clave es la progresión gradual, sin dolor, y adaptada a cada persona.
Importancia del movimiento en fase subaguda
El reposo absoluto está desaconsejado. Una vez controlado el dolor inicial, el movimiento:
• Estimula la circulación
• Favorece la regeneración muscular
• Previene rigideces secundarias
Caminar, estirar suavemente y mantener una actividad controlada ayudan a una recuperación más rápida.
Medicación (si aplica)
En algunos casos, el tratamiento farmacológico puede apoyar el proceso de recuperación, siempre bajo indicación médica.
Analgésicos y antiinflamatorios
Fármacos como el paracetamol o ibuprofeno pueden ser útiles en la fase aguda para controlar el dolor y reducir la inflamación muscular.
Relajantes musculares
Medicamentos como el tiocolchicósido o el diazepam se emplean puntualmente en casos de contracturas severas o espasmos musculares intensos. Deben usarse bajo supervisión médica y por tiempo limitado.
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¿Qué hacer en casa para aliviar una contractura?
Si presentas los primeros síntomas de una contractura o el dolor es leve, existen remedios caseros efectivos para aliviarla:
Aplicar calor local
El calor seco o húmedo mejora la circulación y relaja el músculo. Puedes usar:
• Mantas eléctricas
• Bolsas de semillas calentadas
• Duchas calientes localizadas
Evita el calor si hay inflamación aguda o lesiones recientes.
Estiramientos suaves
Realizar estiramientos lentos, sin rebote ni dolor, varias veces al día puede reducir la tensión y mejorar la movilidad.
Automasajes
Usa una pelota de tenis, pelota de masaje o foam roller para aplicar presión controlada sobre la zona contracturada. Mantén la presión 30–60 segundos en el punto de dolor y repite varias veces al día.
Evitar reposo absoluto
Aunque puede ser necesario descansar brevemente, es importante mantenerse activo dentro de lo posible. Permanecer inmóvil puede agravar la contractura.
Hidratación y descanso adecuados
La falta de agua y el mal descanso dificultan la recuperación muscular. Asegúrate de dormir bien, mantener una buena higiene del sueño y beber suficiente agua a lo largo del día.
¿Cuánto dura una contractura muscular en la espalda?
La duración de una contractura depende de múltiples factores, como su causa, la rapidez con la que se trate y los hábitos del paciente.
Tiempo estimado según gravedad
• Contractura leve: puede resolverse en 3 a 5 días con calor, reposo relativo y fisioterapia ligera.
• Contractura moderada: suele mejorar en 7 a 14 días con tratamiento adecuado.
• Contractura crónica o recurrente: puede requerir semanas de tratamiento fisioterapéutico y corrección postural.
Factores que influyen en la duración
• Edad del paciente
• Nivel de estrés y descanso
• Actividad física
• Si es una contractura compensatoria o no
Por qué algunas se cronifican
Una contractura puede hacerse crónica si:
• No se trata correctamente
• Existe una causa postural no corregida
• Se mantiene la sobrecarga física o emocional
• No se reeduca el movimiento tras el tratamiento
En estos casos, puede convertirse en una dolencia recurrente que reaparece con el tiempo.
Prevención de las contracturas en la espalda
Evitar las contracturas es posible si se adoptan hábitos saludables que mejoren la postura, la movilidad y el control del estrés.
Postura y ergonomía
• Ajusta la silla, la pantalla y el teclado a una altura adecuada
• Apoya bien la espalda y evita encorvar los hombros
• Usa cojines cervicales si pasas mucho tiempo sentado
• Cambia de posición cada 30-60 minutos
Ejercicio físico regular
• Fortalece tu musculatura postural (core, espalda, hombros)
• Estira diariamente, especialmente si estás muchas horas sentado
• Practica disciplinas como yoga, pilates o natación
Técnicas de relajación y control del estrés
• Meditación guiada, respiración diafragmática, mindfulness
• Actividades placenteras que reduzcan la tensión emocional
• Evitar el exceso de carga mental prolongada
Higiene del sueño
• Dormir entre 7 y 8 horas de calidad
• Usar colchones y almohadas adecuados
• Evitar dispositivos electrónicos antes de dormir
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¿Cuándo acudir al fisioterapeuta o al médico?
Aunque muchas contracturas se pueden aliviar en casa, hay situaciones en las que es imprescindible consultar a un profesional.
Signos de alarma
• Dolor que no mejora tras 5–7 días
• Dolor que se irradia con hormigueo o pérdida de fuerza
• Fiebre o malestar general asociado
• Dolor muy intenso o incapacitante
Casos en los que no mejora en casa
• Reaparición constante del dolor
• Dificultad para realizar actividades diarias
• Limitación persistente del movimiento
Síntomas que pueden indicar otra patología
• Ciática o hernia discal
• Pinzamientos nerviosos
• Problemas articulares o sistémicos
• Infecciones musculares (menos comunes)
Un diagnóstico precoz evita complicaciones y mejora la eficacia del tratamiento.
Preguntas frecuentes sobre contracturas en la espalda
¿Qué se siente cuando tienes una contractura en la espalda?
Una contractura suele sentirse como un dolor localizado, opresivo y constante, a menudo acompañado de rigidez muscular y sensación de “nudo” al tacto. El área puede estar sensible, tensa y limitar el movimiento. En algunos casos, también se experimenta fatiga muscular y molestias al cambiar de postura o al hacer esfuerzo.
¿Es bueno aplicar calor o frío para una contractura?
Sí, pero depende del momento.
• En la fase inicial o si hay inflamación visible, es mejor aplicar frío local (hielo envuelto en un paño) durante 10-15 minutos para aliviar el dolor.
• En contracturas sin inflamación o en fases posteriores, el calor seco o húmedo (mantas eléctricas, duchas calientes) es ideal para relajar el músculo y mejorar la circulación.
¿Puede una contractura causar dolor en brazos o piernas?
Sí. Algunas contracturas activas pueden irradiar dolor hacia extremidades, especialmente si afectan áreas cercanas a estructuras nerviosas.
Por ejemplo:
• Contracturas en el cuello pueden generar dolor hacia los hombros o brazos.
• Contracturas lumbares pueden extender molestias hacia los glúteos o muslos.
Sin embargo, si hay hormigueo, adormecimiento o pérdida de fuerza, podría tratarse de un pinzamiento nervioso y conviene consultar a un especialista.
¿Cuánto tiempo tarda en quitarse una contractura?
Depende de su gravedad y tratamiento.
• Una contractura leve puede resolverse en 3 a 5 días con reposo activo, calor y estiramientos.
• Una contractura moderada puede tardar entre 1 y 2 semanas.
• Las contracturas crónicas o compensatorias pueden requerir tratamiento fisioterapéutico durante varias semanas.
La clave está en tratarla a tiempo y corregir la causa que la originó.
¿Qué ejercicios están contraindicados si tengo una contractura?
Se deben evitar:
• Movimientos explosivos o de alto impacto
• Ejercicios que empeoren el dolor
• Cargas excesivas en la zona afectada
• Estiramientos forzados sin calentamiento
Lo ideal es realizar ejercicios suaves y controlados, supervisados por un fisioterapeuta, hasta que el músculo recupere su funcionalidad completa.
¿Las contracturas pueden ser psicosomáticas?
Sí. El estrés emocional, la ansiedad o la tensión acumulada pueden provocar contracturas de origen psicosomático, especialmente en cuello, espalda alta y zona lumbar.
En estos casos, el tratamiento debe incluir técnicas de relajación, respiración, mejora del sueño y, si es necesario, apoyo psicológico.
Las contracturas en la espalda son una dolencia común, pero no por ello menor. Pueden limitar la movilidad, afectar el descanso y convertirse en un problema crónico si no se tratan adecuadamente.
Resumen de puntos clave:
• Una contractura es una contracción involuntaria y persistente del músculo.
• Las más frecuentes se localizan en la zona cervical, dorsal y lumbar.
• El tratamiento incluye fisioterapia, calor, estiramientos y ejercicio guiado.
• Se pueden aliviar en casa si se detectan a tiempo y se actúa correctamente.
• La prevención se basa en buena postura, actividad física y gestión del estrés.
Si el dolor persiste más de unos días, se intensifica o se asocia a otros síntomas, es fundamental consultar con un fisioterapeuta o médico especializado.
💡 Recuerda: mantener una postura correcta, realizar ejercicio regularmente y gestionar el estrés no solo te ayudarán a prevenir contracturas, sino también a mejorar tu salud general y calidad de vida.
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